sábado, 17 de abril de 2010

La complejísima y fundamental proteína que se dobla de mil formas






Cada uno de nuestros genes es una hebra de 2.000 a 3.000 pares de bases (letras genéticas). Entre los pares de bases que componen los genes activos, cada triplete (conjunto de tres) se traduce en un aminoácido. Hasta aquí, todo parece sencillo. Pero la cosa se complica cuando los productos moleculares finales de los genes, tal como son traducidos hacia el exterior de la célula por decenas de reacciones químicas, son secuencias de aminoácidos plegados en moléculas gigantes de proteínas.


Existen alrededor de 100.000 tipos de proteínas en un animal vertebrado. Suponen la mitad del peso seco del animal. Las proteínas dan forma al cuerpo, lo mantienen unido mediante tendones de colágeno, lo hacen moverse mediante músculos, catalizan todas las reacciones químicas que lo animan, transportan oxígeno a todas sus partes, arman el sistema inmune y transportan las señales mediante las cuales el cerebro examina el ambiente y media el comportamiento. Esto es todo lo que hace una molécula de proteína. Su papel no sólo está determinado por su estructura, su secuencia de aminoácidos en su interior, sino también por su forma. Edward O. Wilson lo describe así: La hebra de aminoácidos de cada tipo se pliega sobre sí misma de una manera precisa, arrollada como bramante y arrugada como un pedazo de papel apretado. La molécula total se parece a formas tan variables como las nubes en el cielo. Al mirar tales formas imaginamos fácilmente esferas grumosas, rosquillas, pesas, cabezas de carnero, ángeles con alas extendidas y sacacorchos. Así de extraña y fabulosa es la vida, como en un juego de Tetris en el que los contornos superficiales encajan para someterse a catálisis.

Tan pronto como una se acopla en las alineaciones correctas, su lugar activo cambia ligeramente de forma. Las dos moléculas se enlazan más estrechamente, como manos que se encajan para saludarse. En un instante, la molécula de sustrato cambia químicamente y es liberada.
Por ejemplo, en el abrazo de la enzima sucrasa, la sucrosa se escinde en fructosa y glucosa. Todo esto, por supuesto, ocurre a una velocidad inimaginable. Una sola molécula enzimática puede procesas mil moléculas de sustrato por segundo.

¿Cuánta presión hay en el interior de un bote de aerosol?

En cualquier bote de aerosol que tengamos por casa descubriremos una serie de advertencias sobre su uso, entre las cuales se encuentra el que no se acerquen a fuentes de calor o no se perfore su carcasa.

Con todo, cada año hay accidentes con los botes de aerosol. No solo al acercarse a una llama, sino debido a la exposición al sol. Los botes, entonces, estallan como si fueran bombas. En febrero de 2000, por ejemplo, una anciana de Maryland dejó unos aerosoles pegados al piloto luminoso de la cocina de gas de su caravana y los botes explotaron reventando las ventanas y combando las paredes.

Así pues, ¿cuánta presión hay en el interior de un bote de aerosol para que se conviertan en armas tan mortíferas?

Según la asociación británica de fabricantes de aerosoles, la Aerosol Manufacturers Association, los botes tienen una presión de entre 2 y 8 atmósferas. Es decir, el equivalente a entre 2 y 8 kilómetros por centímetro cúbico. Es decir, que causan una explosión capaz de ser mortal.

Por esa razón, se llena sólo una parte con líquido y se deja espacio para albergar una posible expansión a través de la base cóncava y la parte superior. Además, los aerosoles se comprueban uno a uno antes de salir de fábrica pasándolos por un baño de agua caliente que aumenta la presión del bote: así se comprueba su resistencia e integridad.

En todo caso, aquí tenéis la oportunidad de ver lo que puede llegar a hacer un simple bote de aerosol:




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